La generación del 27 fue un grupo de jóvenes intelectuales que renovaron el panorama literario español bajo dos grandes influencias, la cultura tradicional española y las nuevas corrientes de vanguardia europeas, por lo que tuvieron una gran repercusión internacional. Esta época es también conocida como la Edad de Plata, término que acuñó José Carlos Mainer en una de sus obras. Su núcleo estaba formado por Luis Buñuel, F.G. Lorca y Pepín Bello, “el eterno estudiante”.
En cuanto al origen, se corresponde con la primera reunión que tuvo lugar en 1927 en la ciudad de Sevilla con motivo de la conmemoración de los trescientos años de la muerte de Góngora. Allí, manifestaron su devoción por el poeta barroco, a la vez que su rechazo al Modernismo.
Diferentes rasgos permitieron considerarlos de un mismo grupo:
Son coetáneos (todos nacieron entre 1891 y 1905), Góngora es su figura referencial, podemos considerarlos nuestros primeros intelectuales debido a su interés por la cultura y a su amplia formación (ejercían así una gran influencia sobre la sociedad, eran “creadores de opinión”), valoran la amistad que les une por encima de ideales políticos, convivieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid, colaboraban en varias publicaciones o revistas (“La Gaceta Literaria”), siguieron a maestros como Ortega y Gasset (renovación estética) y a Juan Ramón Jiménez (poesía pura) y escribieron antologías con sus maneras de concebir la poesía y sus obras. En cuanto a su ideología, se alinearon con la izquierda española.
Una vez constituidos como grupo, encontramos características comunes en su estilo, como son:
Gustos estéticos similares (pureza y mezcla de lo culto y lo popular), influencias literarias dispares, desde autores recientes de la generación del 98 (Machado, Rubén Darío…) hasta grandes precedentes como Quevedo o San Juan de la Cruz. Surge un especial interés por lo popular, la tradición del romancero que se conjuga con la renovación poética y el influjo de las vanguardias europeas.
La temática queda definida por los siguientes motivos recurrentes:
La ciudad; aparece a raíz de las vanguardias (futurismo) como idea de progreso. Nueva York es modelo de la evolución industrial y Moscú símbolo de la ciudad social y comunitaria.
Recuperan la naturaleza como espacio bucólico, funden la naturaleza propia con la naturaleza arquitectónica, cercana a la ciudad y al mundo cotidiano. Simboliza sentimientos, no valores de España.
El amor; todos los poetas tienen relaciones complicadas o conflictivas, por su homosexualidad y por no entender el amor de manera convencional.
El compromiso ideológico; se comprometen con su tiempo, abordan la poesía de temática social durante y después de la guerra desde distintas perspectivas.
Por último, a pesar de que cada autor tiene rasgos personales, podemos hablar de un estilo en la generación, que queda definido en tres etapas.
Durante la etapa inicial (hasta 1929), predominan tres influencias; por un lado la lírica popular con formas como las jarchas, las cántigas d´amigo, los villancicos y el romancero en narrativa, por otro, la poesía culta del s.XVII de Góngora, Quevedo y Lope de Vega, y por último la poesía pura de la mano de Juan Ramón Jiménez.
El período anterior a la guerra (1929-1936) se caracteriza por la fuerza que cobran las vanguardias, en especial el surrealismo, incorporando el uso de imágenes y metáforas y el inconsciente.
Estas dos primeras fases de sus trayectorias se pueden definir como originales y creativas.
A partir de 1939, con la guerra terminada, tiene lugar la desaparición paulatina de la generación debido al exilio o a la muerte en el caso de Lorca, que fue fusilado. Algunos optaron por abandonar al país, y otros por un exilio interior. Se quedaron y mostraron en sus escritos una poesía angustiada, resultado del trágico final.
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