A comienzos del siglo XX domina en la escena teatral la comedia burguesa, el teatro poético y la comedia costumbrista. A partir de 1931, se produce un acercamiento de la cultura a las clases populares. Para ello llevaron a cabo “Misiones pedagógicas” protagonizadas por compañías de teatro como Teatro del Pueblo o por grupos universitarios como La Barraca, que ponían en escena obras clásicas.
El teatro de esta época se ve representado por tres autores esencialmente: Federico García Lorca, Enrique Jardiel Poncela y Alejandro Casona.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Su producción dramática es de gran valor, escribiendo sus mejores obras a partir de 1930. Los temas de soledad, dolor y muerte son constantes. Experimenta con el drama surrealista, la tragedia rural y la farsa violenta para legar al espectador y hacerle sentir el drama de los personajes.
Dramas, farsas y teatro surrealista
Comienza con su producción dramática ya en la juventud, bajo influencias modernistas y del teatro de Enrique Marquina. Títulos conocidos como “El maleficio de la mariposa”, “Doña Rosita la soltera” o “El lenguaje de las flores”.
También creó farsas para el guiñol, como “Tragicomedia de dos Cristóbal y la señá Rosita”, “La zapatera prodigiosa” o “Belisa en su jardín”, en las que muestra el sufrimiento femenino.
Sus obras de carácter surrealista, son conocidas como teatro imposible, ya que rompen con la escena tradicional por lo que son muy difíciles de representar. “Así que pasen cinco años”, “El público” y “Comedia sin título” pertenecen a este género.
Tragedias y dramas
Recoge sus tres obras dramáticas más importantes, inspiradas en el mundo rural:
“Bodas de sangre”, (1933) es una alegoría a la fuerza de la pasión dominada por el destino, que lleva a la muerte de los protagonistas. En la trama, una novia el día de su boda se fuga con su antiguo novio (Leonardo), y ambos, prometido y él, terminan muriendo. Los símbolos y las personificaciones, fomentan el dramatismo en la obra.
“Yerma”, (1934) trata de una mujer estéril cuya única ilusión es ser madre, y que acaba matando a su marido que no quería tener hijos. Cobra gran importancia lo popular.
“La casa de Bernarda Alba”, (1936) muestra el conflicto entre el autoritarismo de Bernarda y el deseo de libertad de sus cinco hijas, en un clima asfixiante y plagado de símbolos, que no hace más que representar la incomprensión que sentía el propio Lorca.
En cuanto al estilo, sigue la línea de su poesía. El lenguaje está lleno de metáforas y de símbolos. Busca la implicación sentimental del espectador en la tragedia. Combina la prosa y el verso e introduce canciones populares en determinadas escenas. Siente debilidad por los personajes femeninos, así como por los grupos desfavorecidos, entendiendo su frustración y soledad.
ENRIQUE JARDIEL PONCELA
Autor madrileño que comienza su andadura como dramaturgo a partir de 1923.
Su principal objetivo fue renovar el panorama teatral vigente, con nuevas formas de entretener al público. Estuvo vinculado al mundo cinematográfico versionando sus obras.
Sus principales obras anteriores a la Guerra Civil son “Angelina o el honor de un brigadier”, “Usted tiene ojos de mujer fatal” y “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”.
En 1940, con la guerra terminada, estrena una de sus obras más reconocidas “Eloísa está debajo de un almendro”, una comedia de enredo.
También escribió algunas novelas como “Amor se escribe sin hache”.
Su estilo queda definido por los planteamientos inverosímiles, sus diálogos inteligentes cargados de ironía y humor, y la combinación de lo burgués y lo popular.
Se sirve del teatro para realizar una crítica a la sociedad. Tiene una clara influencia vanguardista que se refleja en la excentricidad del planteamiento y en el comportamiento de algunos personajes.
ALEJANDRO CASONA
Destaca su participación en las Misiones pedagógicas con su grupo “Teatro del pueblo”. La Guerra Civil le obligó a exiliarse, pero continuó escribiendo.
Sus obras más conocidas son “La sirena varada”, que recibió el Premio Lope de Vega en 1934, “Otra vez el diablo” y “Nuestra Natacha”.
Entre sus obras del exilio destaca “La dama del alba”, en la que mezcla elementos realistas con otros fantásticos. La trama se desarrolla en Asturias, en el seno de una familia rural destrozada por la muerte en el río de una hija, cuyo cadáver no encontraban. La Muerte, personificada, jugará un papel importante intentando llevarse a algún miembro de la familia.
Sus escritos se caracterizan por la perfección de la forma, de léxico cuidado con matices didácticos y sentimentales. Combina elementos sobrenaturales y el costumbrismo. Sus personajes se limitan a reflejar situaciones cotidianas de la sociedad de la época, alejados de conflictos existenciales.
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